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martes, junio 13, 2006

La vejez prematura de una muchacha

In me she has drowned a young girls, and in me an old woman
Rises toward her day after day, like a terrible fish.
(Silvia Plath)


-Aunque Emma Villazón Richter no ha publicado ningún libro, la diligencia de sus cantos y plegarias se divulgan entre los aleros de Santa Cruz de la Sierra

1. La poesía última escrita en Bolivia está ligada a dos voces literarias femeninas de alto renombre: a Alejandra Pizarnik y a Silvia Plath. La primera es argentina y autora del Árbol de Diana (1962) y El infierno musical (1971). La segunda es estadounidense y autora de Ariel (1965). Ambas poetisas fueron víctimas de sí mismas y acabaron suicidándose.

2. Estos ápices literarios son una especie de sol negro que rige y determina no sólo las visiones, sino los pasos de una generación ávida de diferencias poéticas: al lado de Pizarnik están Benjamín Chávez y Gustavo Cárdenas. Al lado de Silvia Plath están Jessica Freudenthal y Emma Villazón Richter.

3. A excepción de los tres poetas anotados, Emma Villazón Richter no ha publicado ningún libro de poesía y está previsto que lo haga en este año. En efecto, sólo tiene un borrador denominado Fábulas de una caída (2006), obra que recoge la mayoría de sus poemas que alcanzan a 25.

4. El cuaderno, de no más de 30 hojas, que ya han leído y hasta avalado un puñado de lectores en la ciudad de Santa Cruz de la Sierra, es una doble apuesta y un doble riesgo de la joven autora, porque deja entrever las debilidades y los logros de su creatividad poética.

5. Entre las debilidades de este cuaderno están los once poemas que forman la primera parte de Fábulas de una caída. Dije debilidades porque están presentes en ellos algunas señales de las influencias intelectuales que obsesionan a Emma, tales como el nerviosismo ciego y el fatum como consecuencia de haber leído a Silvia Plath en la candidez de la vida.

6. Quien habla en Fábulas de una caída no es la energía de la juventud, sino los estremecimientos anímicos de una “niña nerviosa” (“enferma dama de piedra” o “muerta colgada al sol”, dice Emma) que se extravía en el lenguaje del deseo, con la ilusión mutilada.

7. Los 10 poemas de la primera parte de Fábulas de una caída son como los espejeos de ese gran modelo poético donde prevalece la figura de Silvia Plath en contraste a la sombra verbal que Emma construye como la “vieja”, quien como la mitológica Ariadna abandonada en una isla ya no goza de “una terrible fe de niños” ni de “una sabiduría de reyes y ángeles”.

8. Esta situación enfermiza no es desplazada, sino acrecentada con “Percibiendo el desastre”, la segunda parte de Fábulas de una caída, adonde la poesía de Emma ha encontrado otro marco de medida y fuego para sus pulsiones estéticas, porque tanto el epígrafe de Silvina Ocampo como los guiños a Emily Dickinson dejan manifiesto el norte hacia donde se dirigen sus pasos.

9. Ese norte percibido por Emma no es ni el amor ni el deseo, tan trabajado en la primera parte del poemario como pérdida y tan vislumbrado en la segunda parte como límite, sino la consecuencia in extremis de la vida intelectual o literaria: la longevidad elegíaca de la que se granjean algunos poetas y escritores.

10. En ese contexto, no puede ser accidental que en el poema “A lo Dickinson”, Emma asevere con tanta convicción que una chica se ha vuelto seria y que en “What memory desires” deje en claro el importe de esa decisión: “El precio con el que he de pagarte primitivas uniones/ resuena en papeles”.

11. El cuaderno de Emma se ha adueñado de un ámbito poético regido por la senectud a través de poemas que son las cavilaciones sentimentales o las lecturas primordiales de ese viejo gobierno que representan Silvia Plath, Silvina Ocampo y Emily Dickinson. No obstante, lo que vendrá después será más cardinal, porque Emma se convertirá acaso en única dueña de sus pasos.

12. ¿Por qué la soberanía de Emily Dickinson en la segunda parte de Fábulas de una caída tiene la misma intensidad y convicción que el dominio de Silvia Plath en la primera parte? Es una interrogante que permite vislumbrar el alter ego de la señorita Emma, quien no duda reiteradamente en calificarse a sí misma: “una vieja en una mecedora”.

13. No obstante, ¿quién es Silvina Ocampo y quién es Emily Dickinson? La primera es un “tesoro escondido” de la literatura argentina que ha resultado indispensable su lectura en la actualidad y la segunda es la poetisa estadounidense “creadora de una lírica excepcionalmente personal”. Entre ambas figuras mayores, Emma ya advierte el desastre: “qué haré sino enamorarme de lo muerto!/¡Qué haré en cada verso/ sino ungir cada uno de sus gestos!”

14. Emma Raquel Villazón Richter. Nacida en Santa Cruz de la Sierra, 1983. Escritora y poeta. Licenciada en Ciencias Jurídicas, Políticas y Sociales. Actualmente cursa la carrera de Filología Hispanoamericana en la Universidad Autónoma Gabriel René Moreno (UAGRM). Tiene un poemario inédito que transitoriamente se oculta de la vista del público.

K.


Selección de poemas

Cicatrices del deseo

I
Pasado
alguien en mí reunía coronas de lágrimas en el aire
y tú querías tocar con música sus dedos por las rejas.
Alguien en mí se inclinaba a tus años con sed,
Y creía que para conocer el amor
se había recibido el castigo
de llevar dos ojos.

II
Siempre
detrás de mis ojos
a orillas de un lago brumoso,
flautistas invisibles tejen tu voz,
esa tu tristeza vestida de canto
para pájaros muertos
caídos en la noche de esta vida.

III
Al comenzar la juventud se tenía más certezas,
los ojos irradiaban una sabiduría de reyes y ángeles.
Entre los álamos del deseo y la muerte,
la piel se aliaba a la naturaleza y a las fiestas.
Nada lastimaba, se gozaba de una terrible fe de niños.
Hasta que un día amable de otoño, la salud cambió,
Cada hora se enquistó en la memoria con sus hojas y ojos.
Conocí a ese alguien temible y eterno.
Entonces, se me abandonó a la oscuridad y al adiós:
un minotauro huyó a unas colinas,
llevándose mi mundo a sus espaldas.
Entonces, amé al. Entonces, odié al.
Entonces, ya no pude hablar más con inocencia.

IV
Sombra del milagro
refúgiame en la dulce oscuridad de tus horas.
Penétrame de tu nada con tus palabras,
que sólo tú estremeces el silencio
de este extraño cuerpo,
que huye entre los pilares del palacio de la noche
con la flor de la edad en las manos,
como un estropajo de sueños
de una abandonada niña nerviosa
que en el río de un lenguaje se extravía
porque no puede sorprender a su Dios
dormido en la hierba, el aire, la nieve.

V
Como una ilusión mutilada
que en el jardín del estío reverdece
ella quiere ser más que la caricia de un jazmín
en las manos de su amado.

Ella quiere besar ebria las pálidas muñecas
donde fluyen sus edades estranguladas
y decir: Soy, además de vestigios del sol.

Luego, bailar ciega sobre brasas eternas
Luego, sonreírle siempre demente
al silencioso padecimiento del amor.
Luego, huir batiendo alas de águilas al frío de los ahogados.
Luego, no ser sino un ángel azul
detrás de un cristal de agua.


Señorita de veinte años frente a un espejo

Mendiga de Dios
prisionera de cajitas musicales de mar
burdo reflejo de enferma dama de piedra
floreciente sueño de muerta colgada al sol
reminiscencia de infinitos cadáveres y culpas
ama estos tus terribles ojos de eterna señorita viajera.

Dale la mano al devorador silencio.


Partir

“Cedida- he dejado de pertenecerles…”
Emily Dickinson

con un árbol de cicatrices en la espalda
es posible todavía salir de casa
partir con destellos de ojos de caballo heroico muy herido
y el espíritu de una sombra que al verdugo ve claro
para siempre para el retorno de nunca jamás
así hago mía la noche mi cuerpo mis astillas
así abandono el libro sentimental del viejo gobierno
y me tomo en única dueña de mis pasos
para que ninguna joven deba decir al alba
no sé qué esperabas de mí no sé
qué ángel odioso
oh padre oh tiempo.

1 comentario:

KuruPicho dijo...

necesitaríamos datos precisos de: hora y dia de publicación, el de la editorial responsable, prize y alguna dire electrónica para hacer los pedidos a gente como uno que no habita en la gran Bolivia. salute