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domingo, marzo 25, 2007

La morada de Wiethüchter


Van Gogh's Starry Night.



- Gracias a un post de Ricardo Bajo, que de bajo no tiene una pizca, los blogadictos de este blog tendremos la oportunidad de leer los poemas de Blanca Wiethüchter que fueron incluidos en Casa de luciérnagas. Antología de poetas hispanoamericanas de hoy (Bruguera, 2007), de Mario Campaña, presentó el pasado 8 de marzo en Barcelona.

- Bajo ha dedicado una larga nota sobre esta “agradable sorpresa” en la sección Cultura y Entretenimiento en el primer periódico gratuito de Bolivia, La Época, poco después del blog K. y antes que La Prensa y Tendencias de La Razón.

- Va nuestro agradecimiento a Bajo por su generosidad y también a la acuciosidad con la que buscó los poemas de Blanca en los mares OnLine.

K.


Van Gogh, Vicent - Wheat Field Wiht Crows, 1890.

Blanca en "Casa de luciérnagas"

En la antología Casa de luciérnagas... se recogen estos seis poemas acá reproducidos amén de dos largos más de la poeta paceña, “El destello” y “El desasosiego”, ambos del poemario “El rigor de la llama” (ediciones Centro Patiño, Santa Cruz, 1994).


UNO
“Evocación”

Al atardecer, en esta ciudad
-en el café de la universidad-
estábamos los dos, los tres, los cinco…
húmedos de luz,
y detenidos en la corriente
de una respuesta instantánea.
Y éramos cálidos
En la intimidad del humo,
Ciegos en la noche intocada,
Para descubrir un día
El esplendor y la desdicha
De un paisaje ávido,
que entraba por la ventana.
Llegó un nombre
Llegó un canto y ardió el hombre
para entregarnos
el latido de una fiera obstinación
(Para el Che Guevara)

De “Asistir al tiempo”


DOS

“Esa vez, esa vez eran muchos”
Los muertos
Eran muchos. Sin saber de todos.
Uno, qué bestia se tiró contra el tanque
con las piedras contra el tanque con la rabia
contra el tanque con el cielo contra el tanque
con el odio –qué animal- contra el tanque
lo acribillaron en el acto contra el tanque
en el acto la muerte en un acto, uno solo.

Una rana he cogido
María de la mar
del lago he cogido
una rana para ti.
En la balsa de oro
he salido María
para surgir una rana
María para ti.
Con caña de plata
he salido María
para coger el lago
una rana para ti

Eso fue en noviembre –lo sabes
el día de los muertos
o el día de los santos
no me acuerdo muy bien
sabes –con todos los muertos.
Sí, hubo muchos muertos
en la fiesta del pan
y lloraban las barricadas
la fiesta allárriba
por esos muñecos de pan.
Porque siempre hay muchos muertos
que se entierran entre las piedras
y los pocos de los amigos
los muchos de los amigos y los otros
que se quedan que se habitan
dulcemente brindando
por las sombras entre dos
por los muertos que se quedan
amargamente para el brindis
para hablar de todo –sabes
de la madera viva y el árbol difunto
para recordar –sabes
y detrás de ti
doliéndote en cada hueso
tu imposible
y es soportar y es no hacer nada
y nada por hacer inolvidable nada
y de nada sirve nada
y piensas –sabes, todos los días
remojando tu alma impar en las razones.

De “Madera viva y árbol difunto”.


TRES

“Aquí estoy, pienso y no vuelo.”
Miro la ciudad –mi ciudad
y en ella me veo
y veo a otros como yo
miran los cerros
para olvidar la tristeza
que causa no ser jinete
de estas altas montañas
para mirar la noche
con alas, con azul,
con un nuevo lenguaje
que aprenda a decir
perfumada, a la luz del alba.

De “En los negros labios encantados”.


CUATRO

“Aprendemos a caminar
Con Ángel, con muerte
rigurosamente con júbilo,
al comprender que el alma
tan sòlo nace cerca del fuego,
al comprender que el resplandor
del arco del cielo aflora
todas las noches –y sin tristeza
con sueños, con llaves
y melancólicas sentencias…
Al comprender que el amor
es nuestra alianza
la más perfecta.

De “Entre los negros labios encantados”.


CINCO

“Muda te contempla la piedra.
Muda tú la miras.
¿Cómo vivir sin ese encanto
que canta el mundo?

De “Entre los negros labios encantados”.


SEIS

“Quiero nombrar otra vez”
Según lo ayer aprendido
el encuentro del amor en la espesura,
el canto.
Todo parece tornar a un principio dorado
-lo dices secretamente-
sabes que las transformaciones
provienen de aquella señal en el cielo
que te hizo ver el otro aire de la luz
-el esplendor de un cuerpo de fuego
-dices-
que amas.
Las palabras van a tu encuentro
sin decir que son palabras
y son efímeros
planetas
Ahora que te sabes entre los surcos
-impaciente.
Ellas ignoran lo que deshacen
y también lo que hacen
cuando se trata de pronunciar otra vez
un cielo, una espada, un ángel;
aquel ángel que te guarda
y guardará a todos
de la grave inmensidad de los silencios.

De “Entre los negros labios encantados”.

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